viernes, 31 de enero de 2014

PRESENTACIÓN DEL SEÑOR 2 de febrero 2014

JORNADA DE LA VIDA CONSAGRADA

Queridos hermanos y hermanas, en esta fiesta de la Presentación del Señor, la Iglesia celebra la Jornada de la vida consagrada. Se trata de una ocasión oportuna para alabar al Señor y darle gracias  por el don inestimable que constituye la vida consagrada en sus diferentes formas; al mismo tiempo, es un estímulo a promover en todo el pueblo de Dios el conocimiento y la estima por quienes están totalmente consagrados a Dios. 

En efecto, como la vida de Jesús, con su obediencia y su entrega al Padre, es parábola viva del "Dios con nosotros", también la entrega concreta de las personas consagradas a Dios y a los hermanos se convierte en signo elocuente de la presencia del reino de Dios para el mundo de hoy.
Vuestro modo de vivir y de trabajar puede manifestar sin atenuaciones la plena pertenencia al único Señor; vuestro completo abandono en las manos de Cristo y de la Iglesia es un anuncio fuerte y claro de la presencia de Dios con un lenguaje comprensible para nuestros contemporáneos. Este es el primer servicio que la vida consagrada presta a la Iglesia y al mundo. Dentro del pueblo de Dios, son como centinelas que descubren y anuncian la vida nueva ya presente en nuestra historia. 

Me dirijo ahora de modo especial a vosotros, queridos hermanos y hermanas que habéis abrazado la vocación de especial consagración, para saludaros con afecto y daros las gracias de corazón por vuestra presencia. Que el Señor renueve cada día en vosotros la respuesta gozosa a su amor gratuito y fiel. 

Queridos hermanos y hermanas, como cirios encendidos irradiad siempre y en todo lugar el amor de Cristo, luz del mundo. María santísima, la Mujer consagrada, os ayude a vivir plenamente vuestra especial vocación y misión en la Iglesia, para la salvación del mundo. Amén.
Benedicto XVI

domingo, 12 de enero de 2014

LA BONDAD DE DIOS


SALMOS 107:1

Cuando los hombres podemos ver y experimentar lo bueno
de Dios, siempre somos fortalecidos; podemos decir que la
bondad de Dios corresponde a la perfección de su misma
naturaleza.
La palabra asegura y declara que Dios es infinitamente
bueno; no hay nada más que se tenga que agregar.
Dios siendo bueno es el autor y creador de todo lo bueno.

Sal. 119:68

Todo lo que emana de Dios: decretos, leyes, la creación, y
el hombre en su origen, son buenos. Gn. 1:31
El Salmista reconoció la bondad de Dios y determinó
esperar en Dios porque, él es bueno. Sal. 52:9 Lo bueno de
Dios lo lleva a ser tierno y solidario con la creación. Sal.

119:68

La bondad de Dios jamás cambia, ni se envejece, tampoco
mengua, porque nuestro Dios es inmutable.


Alabemos a Dios porque es bueno, porque es eterna su misericordia.

domingo, 5 de enero de 2014

SANTOS REYES MAGOS



Adorando al Niño le ofrecieron sus dones.

Se apresuraron a adorarle.

Dios tiene la máxima prioridad. Así, pues, si algo en nuestra vida merece premura sin tardanza, es solamente la causa de Dios. Dios es importante, lo más importante en absoluto en nuestra vida. Ésta es la prioridad que nos enseñan precisamente los Satos Reyes Magos. Aprendamos de ellos a no dejarnos subyugar por todas las urgencias de la vida cotidiana. Queremos aprender de ellos la libertad interior de poner en segundo plano otras ocupaciones - por más importantes que sean - para encaminarnos hacia Dios, para dejar que entre en nuestra vida y en nuestro tiempo. El tiempo dedicado a Dios y, por Él, al prójimo, nunca es tiempo perdido. Es el tiempo en el que vivimos verdaderamente, en el que vivimos nuestro ser personas humanas.

Venid… vayamos a adorar al Señor.