viernes, 7 de octubre de 2011

NUESTRA SEÑORA DEL SANTO ROSARIO

7 DE OCTUBRE


Promesa de la Virgen a los que recen el santo rosario

1.        Quien rece constantemente mi Rosario, recibirá cualquier gracia que me pida.

2.     Prometo mi especialísima protección y grandes beneficios a los que devotamente recen mi Rosario.

3.     El Rosario es el escudo contra el infierno, destruye el vicio, libra de los pecados y abate las herejías.

4.    El Rosario hace germinar las virtudes para que las almas consigan la misericordia divina. Sustituye en el corazón de los hombres el amor del mundo con el amor de Dios y los eleva a desear las cosas celestiales y eternas.

5.      El alma que se me encomiende por el Rosario no perecerá.

6.        El que con devoción rece mi Rosario, considerando sus sagrados misterios, no se verá oprimido por la desgracia, ni morirá de muerte desgraciada, se convertirá si es pecador, perseverará en gracia si es justo y, en todo caso será admitido a la vida eterna.

7.         Los verdaderos devotos de mi Rosario no morirán sin los      Sacramentos.

8.        Todos los que rezan mi Rosario tendrán en vida y en muerte la luz y la plenitud de la gracia y serán partícipes de los méritos bienaventurados.

9.        Libraré bien pronto del Purgatorio a las almas devotas a mi Rosario.

10.    Los hijos de mi Rosario gozarán en el cielo de una gloria singular.

11.    Todo cuanto se pida por medio del Rosario se alcanzará prontamente.

12.     Socorreré en sus necesidades a los que propaguen mi Rosario.

13.     He solicitado a mi Hijo la gracia de que todos los cofrades y devotos tengan en vida y en muerte como hermanos a todos los bienaventurados de la corte celestial.

14.     Los que rezan Rosario son todos hijos míos muy amados y hermanos de mi Unigénito Jesús.

15.     La devoción al Santo rosario es una señal manifiesta de predestinación de gloria.

Tomadas de los escritos del Beato Alano

Oración a la Virgen del Rosario

Madre enséñanos a decir si a todos los proyectos divinos; danos el proclamar contigo las maravillas del amor de Dios como lo hiciste en la casa de Isabel; comunícanos, tu espíritu de adoración a Jesús en la pobreza de nuestra vida cotidiana, como Tú lo hiciste en Belén; particípanos tu capacidad de interiorización de los misterios del Dios vivo, de la pasión de tu Hijo y que cada día resucitemos a una vida de más entrega y generosidad, impulsados por la gracia de un nuevo y constante Pentecostés; que seamos testigos vivos y elocuentes de la vida, muerte y resurrección de tu hijo Jesucristo. Amen.