sábado, 22 de diciembre de 2007

25 de diciembre de 2007


"Gloria a Dios en el cielo,
y en la tierra paz
a los hombres que ama el Señor".

jueves, 20 de diciembre de 2007

FELIZ NAVIDAD

El Papa propone redescubrir la Navidad para no perder su sentido
Si no se reconoce que Dios se hizo hombre, ¿qué significado tiene?; pregunta
CIUDAD DEL VATICANO, martes, 18 diciembre 2007 (ZENIT.org).-
Benedicto XVI ha propuesto redescubrir el sentido de la Navidad, Dios que se hace Niño, pues de lo contrario esta fiesta pierde su sentido.
«Que la Navidad sea para todos la fiesta de la paz y de la alegría: alegría por el nacimiento del Salvador, Príncipe de la paz», deseó al concluir la última audiencia general del año 2007.
Según explicó el Santo Padre a los miles de peregrinos congregados en el Aula Pablo VI, «en Belén se manifestó al mundo la Luz que ilumina nuestra vida; se nos reveló el Camino que nos lleva a la plenitud de nuestra humanidad».
«Si no se reconoce que Dios se hizo hombre, ¿qué sentido tiene celebrar la Navidad?
La celebración se vacía», reconoció.
«Ante todo --subrayó--, nosotros, los cristianos, tenemos que reafirmar con convicción profunda y sentida la verdad de la Navidad de Cristo para testimoniar ante todo la conciencia de un don gratuito que es riqueza no sólo para nosotros, sino para todos».
Al acercarse la Navidad, el Papa pidió rezar «para que se realicen las esperanzas de paz, de salvación, de justicia, de las que el mundo tiene necesidad urgente».
«Pidamos a Dios que la violencia se venza con la fuerza del amor, que los malos entendidos cedan el paso a la reconciliación, que la prepotencia se transforme en deseo de perdón, de justicia y de paz», exhortó.
El Papa deseó que «el augurio de bondad y de amor que nos intercambiamos en estos días llegue a todos los ambientes de nuestra vida cotidiana».
«Que la paz more en las familias y puedan pasar la Navidad unidas ante el Nacimiento y el árbol adornado iluminado», siguió deseando.
«Que el mensaje de solidaridad y de acogida que procede de la Navidad contribuya a crear una profunda sensibilidad hacia las antiguas y nuevas formas de pobreza, hacia el bien común, en el que todos estamos llamados a participar», añadió.
«Que todos los miembros de la comunidad familiar, en especial los niños y los ancianos, las personas más débiles, puedan sentir el calor de esta fiesta, y que se dilate después durante todos los días del año», añadió.
El anuncio de este mensaje, concluyó, es la esencia de la evangelización, que ha sido presentada por la «Nota doctrina sobre algunos aspectos de la Evangelización», recién publicada por la Congregación para la Doctrina de la Fe.
El obispo de Roma la quiso presentar como motivo de «profundización personal y comunitaria».
Según una nota de la Prefectura de la Casa Pontificia, en las 44 audiencias generales que ha celebrado Benedicto XVI en 2007 han participado 624.100 personas.

domingo, 2 de diciembre de 2007

DÍA 8 DE DICIEMBRE DE 2007

CONCEPCIÓN INMACULADA
Fiesta de intensa alegría




“LLENA DE GRACIA”

EL NOMBRE MÁS BELLO

María, Virgen Inmaculada: Te saludamos
y te invocamos
con las palabras del ángel:

“Llena de gracia”, el nombre más bello
con el que el mismo Dios te llamó desde la eternidad.

“Llena de gracia” eres tú, María,
Llena del amor divino desde el primer instante
de tu existencia,
Providencialmente destinada a ser la
Madre del Redentor
e íntimamente asociada a Él
en el misterio de la salvación.

En tu Inmaculada Concepción resplandece
la vocación de los discípulos de Cristo,
llamados a convertirse con su gracia en
santos e inmaculados por el amor.

En Ti brilla la dignidad de todo ser humano,
que siempre es precioso a los ojos del Creador.
Quien te dirige la mirada, Madre totalmente santa,
no pierde la serenidad, por más duras
que sean las pruebas de la vida.

Si bien la experiencia del pecado es triste,
pues ensucia la dignidad de los hijos de Dios,
quien recurre a Ti descubre la belleza de la verdad
y el amor, y vuelve a encontrar el camino
que conduce a la casa del Padre.

“Llena de gracia eres” Tú, María,
quien al escoger con tu “Sí”
los proyectos del Creador,
nos abriste el camino de la salvación.

Enséñanos a pronunciar también nuestro
“Sí” a la voluntad del Señor.
Un “Sí” que se una a tu “Sí”,
sin reservas y sin sombras, del que ha querido
tener necesidad el Padre para
generar al hombre nuevo, Cristo,
único salvador del mundo y de la historia.

Danos la valentía para decir “no”
a los engaños del poder, del dinero, del placer;
a las ganancias deshonestas, a la corrupción,
y a la hipocresía, al egoísmo y a la violencia.
“No” al maligno,
príncipe mentiroso de este mundo.

“Si” a Cristo
que destruye la potencia del mal
con la omnipotencia del amor.

Nosotros sabemos que sólo los corazones
convertidos al amor, que es Dios,
pueden construir un futuro mejor para todos.

“¡Llena de gracia eres Tú, María!
Tu nombre es, para todas las generaciones,
prenda de esperanza segura.

Si, porque, como escribe Dante,
para nosotros los mortales,
Tú “eres fuente viva de la esperanza”.

Volvemos a recurrir a esta fuente,
al manantial de tu Corazón Inmaculado,
como peregrinos confiados
para sacar fe y consuelo,
alegría y amor
seguridad y paz.

Muéstrate Madre providente y misericordiosa
hacia el mundo entero
para que, respetando la dignidad humana y
rechazando toda forma de violencia y de explotación,
se sienten bases firmes para la civilización del amor.

Muestra que eres Madre, especialmente
de los más necesitados: de los indefensos,
de los marginados y excluidos,
de las víctimas de una sociedad que con frecuencia
sacrifica al hombre por otros fines e intereses.

¡Muestra que eres Madre de todos,
María y danos a Cristo, esperanza del mundo!

Muestra que eres Madre,
Virgen Inmaculada, ¡Llena de gracia!
Amén.



PAPA
BENEDICTO XVI, Roma 8 – XI - 06

lunes, 19 de noviembre de 2007

VIRGEN MILAGROSA





CONSAGRACIÓN A LA VIRGEN


MILAGROSA



OH Virgen Santísima, Madre de Dios y Madre de los hombres:
Reina y defensora nuestra
SANTÍSIMA VIRGEN DE LA MEDALLA MILAGROSA!
Venimos aquí para " CONSAGRARNOS A TI",
y ofrecerte el homenaje de nuestra vida y de nuestro amor;
para felicitarte, como hijos tuyos, por los incomparables privilegios
con que Dios te adornó desde el primer instante de tu
concepción inmaculada,
y para alegrarnos contigo por la gloria sublime de que ahora
gozas en el cielo.


Virgen Inmaculada Madre de Dios y madre mía,
que al entregamos tu Medalla, te has mostrado
dispensadora de todas las gracias del cielo.
Reconozco mi indignidad para merecer tu protección;
pero miro tu imagen con los brazos abiertos y recurro a ti
para que me concedas la gracia que te pido.
*******


NOVENA DE CONFIANZA

¡Oh María!...
En tus manos pongo esta súplica Bendícela.
Después preséntala a Jesús.
Haz valer tu amor de Madre y tu poder de reina.

¡Oh María!...
Cuento con tu ayuda. Confío en tu poder.
Me entrego a tu voluntad.
Estoy seguro de tu misericordia.
Madre de Dios, Madre mía, ruega por mi.

___

Aquí se pide la gracia y se reza tres veces la oración jaculatoria:

¡Oh María sin pecado concebida!
Rogad por nosotros que recurrimos a Vos.



ACCIÓN DE GRACIAS

Virgen Milagrosa, mírame delante de ti, lleno de alegría,
para darte las gracias por el favor que me has concedido
o espero que me concedas.
Siempre escuchas las peticiones que te hacemos
y tu Medalla es prenda de protección y de paz.
Virgen Milagrosa, continúa otorgándonos favores
y acercándonos cada día más al Señor.

Oh María, sin pecado concebida,
ruega por nosotros que recurrimos a Vos.



(Innumerables gracias no bajan del cielo
porque no se piden).

*********

sábado, 27 de octubre de 2007

LA ORACIÓN DOMINICAL


PADRE NUESTRO

Cuando oramos, no son necesarias las palabras: ellas nos amonestan y nos descubren lo que debemos pedir. Pero no sirven para mostrar a Dios lo que necesitamos o para forzarlo a concedérnoslo.

Al decir: Santificado sea tu nombre, nos amonestamos a nosotros mismos para que deseemos que el nombre del Señor, que siempre es santo en si mismo, sea también tenido como santo por los hombres, es decir, que no sea nunca despreciado por ellos; lo cual, ciertamente, redunda en bien de los mismos hombres y no en bien de Dios.

Cuando añadimos: Venga a nosotros tu reino, lo que pedimos es que crezca nuestro deseo de que este reino llegue a nosotros y de que nosotros podamos reinar en él, pues el reino de Dios vendrá ciertamente, lo queramos o no.

Cuando decimos: Hágase tu voluntad así en la tierra como en el Cielo, pedimos que el Señor nos otorgue la virtud de la obediencia, para que así cumplamos su voluntad como la cumplen sus ángeles en el cielo.

Cuando decimos: El pan nuestro de cada día dánosle hoy, con el hoy queremos significar el tiempo presente, para el cual, al pedir el alimento principal, pedimos ya lo suficiente, pues con la palabra pan significamos todo cuanto necesitamos, incluso el sacramento de los fieles, el cual nos es necesario en esta vida temporal, aunque no sea para alimentarla, sino para conseguir la vida eterna.

Cuando decimos: Perdónanos nuestras deudas, así como nosotros perdonamos a nuestros deudores, nos obligamos a pensar tanto en lo que pedimos como en lo que debemos hacer, no sea que seamos indignos de alcanzar aquello por lo que oramos.

Cuando decimos: No nos dejes caer en la tentación, nos exhortamos a pedir la ayudad de Dios, no sea que, privados de ella, nos sobrevenga la tentación y consintamos ante la seducción o cedamos ante la aflicción.

Cuando decimos: Líbranos del mal, recapacitamos que aún no estamos en aquel sumo bien en donde no será posible que nos sobrevenga mal alguno. Y estas últimas palabras abarcan tanto, que el cristiano, sea cual fuere la tribulación en que se encuentre, tiene en esta petición su modo de gemir, su manera de llorar, las palabras con que empezar su oración, la reflexión en la cual meditar y las expresiones con que terminar dicha oración. Es pues, muy conveniente valerse de estas palabras para grabar en nuestra memoria todas estas realidades. Porque todas las demás palabras que podamos decir, no dicen otra cosa que lo que ya se contienen en la oración dominical del Padre Nuestro, si hacemos la oración de modo conveniente.

(De las cartas de San Agustín)

lunes, 22 de octubre de 2007

EL AMOR DE CRISTO NOS APREMIA



El verdadero amante ama a Dios y a su prójimo.

El que ama, desea y procura, por todos los medios posibles, que Dios sea siempre más conocido, amado y servido en esta vida y en la otra, puesto que este sagrado amor no tiene ningún límite.

Desea lo mismo para su prójimo, procurando que todos estén contentos en este mundo y sean felices y bienaventurados en el otro; que todos se salven, que ninguno se pierda eternamente, que nadie ofenda a Dios y que ninguno finalmente, se encuentre un solo momento en pecado.

Busca siempre la mayor gloria de Dios y la salvación de las almas.

(San Antonio María Claret)

viernes, 12 de octubre de 2007

SANTA BEATRIZ DE SILVA

Santa Beatriz de Silva,
reflejo de
Maria Imaculada.


La blanca pureza de Maria fue
el ideal de Beatriz.


“Ella que vivió tantos años

con el rostro bellísimo cubierto con un velo,

nos permite hoy contemplar su rostro radiante de santidad
y de gloria y nos vuelve a irradiar la idea

de la belleza espiritual, la de la gracia

que transfigura la pobre faz humana…

Admiremos, alegrémosno
y procuremos
que la aureola de Santa Beatriz,

difunda también sobre nuestra sociedad

rayos de belleza celestial, de la belleza de la Virgen”.

(Pablo VI)

De la canonización

Día 3 de Octubre de 1976

martes, 24 de julio de 2007

SALUDO DE SAN FRANCISCO A LA VIRGEN






SALUDO A LA BIENAVENTURADA


VIRGEN MARÍA


San Francisco de Asís


Salve, Señora, santa Reina,santa Madre de Dios,

María,que eres virgen hecha iglesia

y elegida por el santísimo Padre del cielo,

a la cual consagró Élcon su santísimo amado Hijo

y el Espíritu Santo Paráclito,

en la cual estuvo y está

toda la plenitud de la gracia y todo bien.

Salve, palacio suyo;salve, tabernáculo suyo;

salve, casa suya.


Salve, vestidura suya; salve, esclava suya;

salve, Madre suya y todas vosotras, santas virtudes,

que sois infundidas por la gracia

e iluminación del Espíritu Santo

en los corazones de los fieles,

para que de infieles hagáis fieles a Dios.


S. Francisco de Asís

domingo, 3 de junio de 2007

JORNADA PRO ORANTIBUS




¿Qué son las Monjas de Clausura?


VERBI SPONSA
Instrucción sobre la clausura de las Monjas

INTRODUCCIÓN

1. La Iglesia, Esposa del Verbo, lleva a cabo el misterio de su unión exclusiva con Dios, de modo ejemplar, en los que se entregan a la vida íntegramente contemplativa. Por este motivo la Exhortación apostólica postsinodal Vita consecrata presenta la vocación y misión de las monjas de clausura como « signo de la unión exclusiva de la Iglesia-Esposa con su Señor, profundamente amado », (1) poniendo de relieve la gracia singular y el don precioso en el misterio de santidad de la Iglesia.
Las monjas de clausura, en la escucha unánime y en la acogida amorosa de la palabra del Padre: « Éste es mi Hijo predilecto, en el cual me complazco » (cf. Mt 3, 17), permanecen siempre « con Él en el monte santo » (2 Pe 1, 17-18) y, fijando la mirada en Jesucristo, envueltas por la nube de la presencia divina, se adhieren plenamente al Señor. (2)
Se reconocen de modo especial en María, (3) virgen, esposa y madre, figura de la Iglesia, (4) y, participando de la bienaventuranza de quien cree (cf. Lc 1, 45; 11, 28), perpetúan el « sí » y el amor de adoración a la Palabra de vida, convirtiéndose, junto con Ella, en memoria del corazón esponsal (cf. Lc 2, 19.51) de la Iglesia. (5)
La estima con la que la comunidad cristiana rodea desde siempre a las monjas ha crecido paralelamente al descubrimiento de la naturaleza contemplativa de la Iglesia y de la llamada de cada uno al misterioso encuentro con Dios en la oración. Las monjas, en efecto, viviendo continuamente « escondidas con Cristo en Dios » (cf. Col 3, 3), llevan a cabo en grado sumo la vocación contemplativa de todo el pueblo cristiano,6 convirtiéndose así en fúlgido testimonio del Reino de Dios (cf. Rm 14, 17) « gloria de la Iglesia y manantial de gracias celestes ». (7)
2. A partir del Concilio Ecuménico Vaticano II, varios documentos del Magisterio han profundizado el significado y el valor de este género de vida, promoviendo la dimensión contemplativa de las comunidades de clausura y su papel específico en la vida de la Iglesia, (8) especialmente el Decreto conciliar Perfectae caritatis (n. 7 y n. 16) y la Instrucción Venite seorsum, que ha presentado de modo admirable los fundamentos evangélicos, teológicos, espirituales y ascéticos de la separación del mundo con vistas a una dedicación total y exclusiva a Dios en la contemplación.
El Santo Padre Juan Pablo II ha animado frecuentemente a las monjas a permanecer fieles a la vida de clausura según el propio carisma y, en la Exhortación apostólica postsinodal Vita consecrata, ha dispuesto que se dieran ulteriormente normas específicas relativas a la disciplina concreta de la clausura, en línea con el camino de renovación ya llevado a cabo, para que responda mejor a la variedad de los Institutos contemplativos y a las tradiciones de los monasterios, de modo que las contemplativas claustrales, regeneradas por el Espíritu Santo y fieles a la propia índole y misión, caminen hacia el futuro con auténtico impulso y nuevo vigor. (9)
La presente Instrucción, a la vez que reafirma los fundamentos doctrinales de la clausura propuestos por la Instrucción Venite Seorsum (I-IV) y por la Exhortación Vita consecrata (n. 59), establece las normas que deben regular la clausura papal de las monjas, dedicadas a la vida íntegramente contemplativa.


PARTE I

SIGNIFICADO Y VALOR DE LA CLAUSURA DE LAS MONJAS

En el misterio del Hijo que vive la comunión de amor con el Padre
3. Las contemplativas claustrales, de modo específico y radical, se conforman a Jesucristo en oración sobre la montaña y a su misterio pascual, que es una muerte para la resurrección.(10)
La antigua tradición espiritual de la Iglesia, seguida por el Concilio Vaticano II, une expresamente la vida contemplativa a la oración de Jesús « en la montaña », (11) o en cualquier caso, en un sitio solitario, no accesible a todos, sino sólo a aquellos a los que Él llama consigo, en un lugar apartado (cf. Mt 7, 1-9; Lc 6, 12-13; Mc 6, 30-31; 2 Pe 1, 16-18).
El Hijo está siempre unido al Padre (cf. Jn 10, 30; 17, 11), pero en su vida hay un espacio, constituido por momentos particulares de soledad y oración, de encuentro y comunión, en el júbilo de la filiación divina. Así manifiesta Él la amorosa tensión y el perenne movimiento de su Persona de Hijo hacia Aquel que lo engendra desde la eternidad.
Este asociar la vida contemplativa a la oración de Jesús en un lugar solitario denota un modo especial de participar en la relación de Cristo con el Padre. El Espíritu Santo, que condujo a Jesús al desierto (cf. Lc 4, 1), invita a la monja a compartir la soledad de Jesucristo, que por medio del « Espíritu eterno » (Hb 9, 14) se ofreció al Padre. La celda solitaria y el claustro cerrado son el lugar donde la monja, esposa del Verbo Encarnado, vive plenamente recogida con Cristo en Dios. El misterio de esta comunión se le manifiesta en la medida en que, dócil al Espíritu Santo y vivificada por sus dones, escucha al Hijo (cf. Mt 17, 5), fija la mirada en su rostro (cf. 2 Co 3, 18), y se deja conformar con su vida, hasta la suprema oblación al Padre (cf. Flp 2, 5ss) como expresa alabanza de gloria.
La clausura, incluso en su aspecto concreto, es, por eso mismo, un modo particular de estar con el Señor, de compartir « el anonadamiento de Cristo mediante una pobreza radical que se manifiesta en la renuncia no sólo de las cosas, sino también del « espacio », de los contactos externos, de tantos bienes de la creación », (12) uniéndose al silencio fecundo del Verbo en la cruz. Se comprende entonces que « el retirarse del mundo para dedicarse en la soledad a una vida más intensa de oración non es otra cosa que una manera particular de vivir y expresar el misterio pascual de Cristo », (13) un verdadero encuentro con el Señor Resucitado, en un camino de continua ascensión hacia la morada del Padre.
En la espera vigilante de la venida del Señor, la clausura se convierte así en una respuesta al amor absoluto de Dios por su criatura y el cumplimiento de su eterno deseo de acogerla en el misterio de intimidad con el Verbo, que se ha hecho don esponsal en la Eucaristía (14) y permanece en el sagrario como centro de la plena comunión de amor con Él, recogiendo toda la vida de la monja para ofrecerla continuamente al Padre (cf. Hb 7, 25). Al don de Cristo-Esposo, que en la Cruz ofreció todo su cuerpo, la monja responde de igual modo con el don del « cuerpo », ofreciéndose con Jesucristo al Padre y colaborando en la obra de la Redención. De esta forma, la separación del mundo da a toda la vida de clausura un valor eucarístico, « además del aspecto de sacrificio y de expiación, adquiere la dimensión de la acción de gracias al Padre, participando de la acción de gracias del Hijo predilecto ». (15)
En el misterio de la Iglesia que vive su unión exclusiva con Cristo Esposo
4. La historia de Dios con la humanidad es una historia de amor esponsal, preparado en el Antiguo Testamento y celebrado en la plenitud de los tiempos.
La Divina Revelación describe con la imagen nupcial la relación íntima e indisoluble entre Dios y su pueblo (Os 1-2; Is 54, 4-8; Jr 2, 2; Ez 16; 2 Co 11, 2; Rm 11, 29).
El Hijo de Dios se presenta como el Esposo-Mesías (cf. Mt 9, 15; 25, 1), venido para llevar a cabo las bodas de Dios con la humanidad, (16) en un admirable intercambio de amor, que comienza en la Encarnación, alcanza la cumbre oblativa en la Pasión y se perpetua como don en la Eucaristía.
El Señor Jesús, derramando en el corazón de los hombres su amor y el del Padre, los hace capaces de responder totalmente, mediante el don del Espíritu Santo, que siempre implora con la Esposa: « Ven » (Ap 22, 17). Esta perfección de gracia y santidad se realiza en la « Esposa del Cordero... que baja del cielo, de Dios, resplandeciente de la gloria de Dios » (Ap 21, 9-10).
La dimensión esponsal es característica de toda la Iglesia, pero la vida consagrada es imagen viva de la misma, manifestando más profundamente la tensión hacia el único Esposo. (17)
De modo aún más significativo y radical, el misterio de la unión exclusiva de la Iglesia-Esposa con el Señor se expresa en la vocación de las monjas de clausura, precisamente porque su vida está totalmente dedicada a Dios, sumamente amado, en la constante tensión hacia la Jerusalén celeste y en la anticipación de la Iglesia escatológica; fija en la posesión y en la contemplación de Dios, (18) es una llamada para todo el pueblo cristiano a la fundamental vocación de cada uno al encuentro con Dios, (19) representación de la meta hacia la cual camina toda la comunidad eclesial, (20) que vivirá siempre como Esposa del Cordero.
Por medio de la clausura, las monjas llevan a cabo el éxodo del mundo para encontrar a Dios en la soledad del « desierto claustral », que comprende también la soledad interior, las pruebas del espíritu y la dificultad cotidiana de la vida común (cf. Ef 4, 15-16), compartiendo de modo esponsal la soledad de Jesús en el Getsemaní y su sufrimiento redentor en la cruz (cf. Ga 6, 14).
Además, las monjas, por su misma naturaleza femenina, manifiestan más eficazmente el misterio de la Iglesia « Esposa Inmaculada del Cordero Inmaculado », reconociéndose a sí mismas de manera singular en la dimensión esponsal de la vocación íntegramente contemplativa. (21)
La vida monástica femenina tiene, pues, una capacidad especial para realizar el carácter esponsal de la relación con Cristo y para ser signo vivo de ella: ¿No es acaso en una mujer, la Virgen María, donde se cumple el misterio de la Iglesia? (22)
A la luz de esto, las monjas reviven y continúan en la Iglesia la obra de María. Acogiendo al Verbo en la fe y en el silencio de adoración, se ponen al servicio del misterio de la Encarnación y, unidas a Jesucristo en su ofrenda al Padre, se convierten en colaboradoras del misterio de la Redención. Así como María, con su presencia orante en el Cenáculo, custodió en su corazón los orígenes de la Iglesia, así al corazón amante y a las manos juntas de las monjas se confía el camino de la Iglesia.
La clausura en su dimensión ascética
5. La clausura, medio ascético de inmenso valor, (23) es muy adecuada para la vida enteramente dedicada a la contemplación. Es un signo de la santa protección de Dios hacia su criatura y es, por otra parte, una forma especial de pertenecer sólo a Él, porque la totalidad caracteriza la absoluta entrega a Dios. Se trata de una modalidad típica y adecuada de vivir la relación esponsal con Dios en la unicidad del amor y sin interferencias indebidas de personas o de cosas, de modo que la criatura, dirigida y absorta en Dios, pueda vivir únicamente para alabanza de su gloria (cf. Ef 1, 6.10-12.14).
La monja de clausura cumple en grado sumo el primer mandamiento del Señor: « Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente » (Lc 10, 27), haciendo de ello el sentido pleno de su vida y amando en Dios a todos los hermanos y hermanas. Ella tiende a la perfección de la caridad, acogiendo a Dios como el « único necesario » (cf. Lc 10, 42), amándolo exclusivamente como el Todo de todas las cosas, llevando a cabo con amor incondicional hacia Él, en el espíritu de renuncia propuesto por el Evangelio (24) (cf. Mt 13, 45; Lc 9, 23), el sacrificio de todo bien, es decir, « haciendo sagrado » a Dios solo todo bien, (25) para que sólo Él habite en el silencio absoluto del claustro, llenándolo con su Palabra y su Presencia, y la Esposa pueda verdaderamente dedicarse al Único, « en continua oración e intensa penitencia » (26) en el misterio de un amor total y exclusivo.
Por eso, la tradición espiritual más antigua ha asociado espontáneamente al retiro completo del mundo (27) y de cualquier actividad apostólica este tipo de vida que se hace irradiación silenciosa de amor y de gracia sobreabundante en el corazón palpitante de la Iglesia-Esposa. El monasterio, situado en un lugar apartado o en el centro de la ciudad, con su particular estructura arquitectónica, tiene precisamente por objeto crear un espacio de separación, de soledad y de silencio, donde poder buscar más libremente a Dios y donde vivir no sólo para Él y con Él, sino también sólo de Él.
Es pues necesario que la persona, libre de todo apego, inquietud o distracción, interior y exterior, unifique sus facultades dirigiéndolas a Dios para acoger su presencia en la alegría de la adoración y la alabanza.
La contemplación llega a ser la bienaventuranza de los puros de corazón (Mt 5, 8). El corazón puro es el espejo límpido de la interioridad de la persona, purificada y unificada en el amor, en cuyo interior se refleja la imagen de Dios que allí mora; (28) es como un cristal terso, que iluminado por la luz de Dios emana su mismo esplendor. (29)
A la luz de la contemplación como comunión de amor con Dios, la pureza del corazón tiene su máxima expresión en la virginidad del espíritu, porque exige la integridad de un corazón no sólo purificado del pecado, sino unificado en la tensión hacia Dios y que, por consiguiente, ama totalmente y sin división, a imagen del amor purísimo de la Santísima Trinidad, que ha sido llamada por los Padres « la primera Virgen ». (30)
El desierto claustral es una gran ayuda para conseguir la pureza de corazón entendida en este sentido, porque limita a lo esencial las ocasiones de contacto con el mundo exterior, para que éste no irrumpa con sus variadas modalidades en el monasterio, turbando su clima de paz y de santa unidad con el único Señor y con las hermanas. De este modo la clausura elimina en gran medida la dispersión, proveniente de tantos contactos innecesarios, de una multitud de imágenes, que con frecuencia dan origen a ideas profanas y deseos vanos, y de informaciones y emociones que distraen de lo único necesario y disipan la unidad interior. « En el monasterio, todo se orienta a la búsqueda del rostro de Dios; todo tiende a lo esencial, porque es importante sólo lo que acerca a Él. El recogimiento monástico significa atención a la presencia de Dios: si uno se distrae en muchas cosas, se afloja el paso y se pierde de vista la meta ». (31)
La monja, apartada de las cosas externas en la intimidad de su ser, purificando el corazón y la mente mediante un serio camino de oración, de renuncia, de vida fraterna, de escucha de la Palabra de Dios y de ejercicio de las virtudes teologales, está llamada a conversar con el Esposo divino, meditando su Ley día y noche para recibir el don de la Sabiduría del Verbo y, bajo el impulso del Espíritu Santo, hacerse con Él una sola cosa. (32)
Este anhelo de plena realización en Dios, en una ininterrumpida nostalgia del corazón que con deseo incesante se dirige a la contemplación del Esposo, alimenta el compromiso ascético de la monja. Embargada completamente de su belleza, encuentra en la clausura su morada de gracia y la bienaventuranza anticipada de la visión del Señor. Acrisolada por la llama purificadora de la presencia divina, se prepara a la bienaventuranza plena entonando en su corazón el canto nuevo de los salvados, sobre el Monte del sacrificio y del ofrecimiento, del templo y de la contemplación de Dios.
Por consiguiente, también la disciplina de la clausura, en su aspecto práctico, debe ser tal que permita la realización de este sublime ideal contemplativo, que implica la totalidad de la entrega, la integridad de la atención, la unidad de los sentimientos y la coherencia de los comportamientos.
Participación de las monjas de vida íntegramente contemplativa en la comunión y misión de la Iglesia
En la comunión de la Iglesia
6. Las monjas de clausura, por su llamada específica a la unión con Dios en la contemplación, se insertan plenamente en la comunión eclesial, haciéndose signo singular de la unión íntima con Dios de toda la comunidad cristiana. Mediante la oración, particularmente con la celebración de la liturgia y su ofrecimiento cotidiano, interceden por todo el pueblo de Dios y se unen a la acción de gracias de Jesucristo al Padre (cf. 2 Co 1, 20; Ef 5, 19-20).
La misma vida contemplativa es, pues, su modo característico de ser Iglesia, de realizar en ella la comunión, de cumplir una misión en beneficio de toda la Iglesia. (33) A las contemplativas de clausura no se les pide por tanto que hagan comunión participando en nuevas formas de presencia activa, sino más bien que permanezcan en la fuente de la comunión trinitaria, viviendo en el corazón de la Iglesia. (34)
La comunidad de clausura es además una óptima escuela de vida fraterna, expresión de auténtica comunión y fuerza que lleva a la comunión. (35)
Gracias al amor recíproco, la vida fraterna es el espacio teologal en el que se experimenta la presencia mística del Señor resucitado: (36) en espíritu de comunión, las monjas comparten la gracia de la misma vocación con los miembros de su propia comunidad, ayudándose recíprocamente para caminar unidas y avanzar juntas, concordes y unánimes, hacia el Señor.
Las monjas comparten con los monasterios de la misma Orden el empeño de crecer en la fidelidad al carisma específico y al propio patrimonio espiritual, colaborando para ello, si es necesario, en los modos previstos por las Constituciones.
En virtud de su misma vocación, que las sitúa en el corazón de la Iglesia, las monjas se comprometerán de modo particular a « sentir con la Iglesia », con la adhesión sincera al Magisterio y la obediencia incondicional al Papa.
En la misión de la Iglesia
7. « La Iglesia peregrinante es, por su propia naturaleza, misionera »; (37) por ello, la misión es esencial también para los Institutos de vida contemplativa. (38) Las monjas de clausura la viven permaneciendo en el corazón misionero de la Iglesia mediante la oración continua, la oblación de sí mismas y el ofrecimiento del sacrificio de alabanza.
De este modo, su vida se convierte en una misteriosa fuente de fecundidad apostólica (39) y de bendición para la comunidad cristiana y para el mundo entero.
La caridad, infundida en los corazones por el Espíritu Santo (cf. Rm 5, 5), convierte a las monjas de clausura en cooperadoras de la verdad (cf. Jn 3, 8), partícipes de la obra de la Redención de Cristo (cf. Col 1, 24) y, uniéndolas vitalmente a los demás miembros del Cuerpo Místico, hace fecunda su vida, ordenada enteramente a la consecución de la caridad, en beneficio de todos. (40) San Juan de la Cruz escribe que, « es más precioso delante de Dios y del alma un poquito de este puro amor y más provecho hace a la Iglesia, aunque parece que no hace nada, que todas esas cosas ». (41) En el asombro de su espléndida intuición, S. Teresa del Niño Jesús afirma: « ... entendí que la Iglesia tiene un corazón y que este corazón está ardiendo en amor. Entendí que sólo el amor es el que impulsa a obrar a los miembros de la Iglesia... Sí, he hallado mi propio lugar en la Iglesia... en el corazón de la Iglesia, que es mi madre, yo seré el amor ». (42)
La convicción de la santa de Lisieux es la misma de la Iglesia, expresada repetidamente por el Magisterio: « La Iglesia está firmemente convencida, y lo proclama con fuerza y sin vacilar, de que hay una relación íntima entre oración y difusión del Reino de Dios, entre oración y conversión de los corazones, entre oración y aceptación fructuosa del mensaje salvador y sublime del Evangelio ». (43)
La aportación concreta de las monjas a la evangelización, al ecumenismo, a la extensión del Reino de Dios en las diversas culturas, es eminentemente espiritual, como alma y fermento de las iniciativas apostólicas, dejando la participación activa en las mismas a quienes corresponde por vocación. (44)
Además, quien llega a ser absoluta propiedad de Dios se convierte en don de Dios para todos, por esto su vida « es verdaderamente un don que se coloca en el centro del misterio de la comunión eclesial, acompañando la misión apostólica de cuantos trabajan para anunciar el Evangelio ». (45)
Como reflejo e irradiación de su vida contemplativa, las monjas ofrecen a la Comunidad cristiana y al mundo de hoy, necesitado más que nunca de auténticos valores espirituales, un anuncio silencioso y un testimonio humilde del misterio de Dios, manteniendo viva de este modo la profecía en el corazón esponsal de la Iglesia. (46)
Su existencia, totalmente entregada al servicio de la alabanza divina en la gratuidad plena (cf. Jn 12, 1-8), proclama y difunde por sí misma la primacía de Dios y la trascendencia de la persona humana, creada a su imagen y semejanza. Es, pues, una invitación para todos a « aquella celda del corazón en la que cada uno está llamado a vivir la unión con el Señor ». (47)
Viviendo en la presencia y de la presencia del Señor, las monjas significan una especial anticipación de la Iglesia escatológica, pues, fijas en la posesión y en la contemplación de Dios, « prefiguran visiblemente la meta hacia la cual se dirige la entera comunidad eclesial que, entregada a la acción y dada a la contemplación, se encamina por las sendas del tiempo con la mirada fija en la futura recapitulación de todo en Cristo ». (48)
El monasterio en la Iglesia local
8. El monasterio es el lugar que Dios custodia (cf. Za 2, 9); es la morada de su presencia singular, a imagen de la tienda de la Alianza, en la que se realiza el encuentro cotidiano con Él, donde el Dios tres veces Santo ocupa todo el espacio y es reconocido y honrado como el único Señor.
Un monasterio contemplativo es un don también para la Iglesia local, a la que pertenece. Representando su rostro orante, hace más plena y más significativa su presencia de Iglesia. (49) Se puede parangonar una comunidad monástica con Moisés, que en la oración determina la suerte de las batallas de Israel (cf. Ex 17, 11), y con el centinela que vigila en la noche esperando el amanecer (cf. Is 21, 6).
El monasterio representa la intimidad misma de una Iglesia, el corazón, donde el Espíritu siempre gime y suplica por las necesidades de toda la comunidad y donde se eleva sin descanso la acción de gracias por la Vida que cada día Él nos regala (cf. Col 3, 17).
Es importante que los fieles aprendan a reconocer el carisma y el papel específico de los contemplativos, su presencia discreta pero vital, su testimonio silencioso que constituye una llamada a la oración y a la verdad de la existencia de Dios.
Los Obispos, como pastores y guías de todo el rebaño de Dios, (50) son los primeros custodios del carisma contemplativo. Por tanto, deben alimentar la Comunidad contemplativa con el pan de la Palabra y de la Eucaristía, proporcionando también, si es necesario, una asistencia espiritual adecuada por medio de sacerdotes preparados para ello. Al mismo tiempo, han de compartir con la Comunidad misma la responsabilidad de vigilar para que, en la sociedad actual inclinada a la dispersión, a la falta de silencio y a los valores aparentes, la vida de los monasterios, sostenida por el Espíritu Santo, permanezca auténtica y enteramente orientada a la contemplación de Dios.
Solamente en la perspectiva de la verdadera y fundamental misión apostólica que les es propia, que consiste en el « ocuparse sólo de Dios », los monasterios pueden acoger, en la medida y según las modalidades que convengan a su espíritu y a las tradiciones de la propia familia religiosa, a cuantos desean beber de su experiencia espiritual o participar en la oración de la Comunidad. Se ha de mantener, sin embargo, la separación material de modo que sea una llamada al significado de la vida contemplativa y una custodia de sus exigencias, en conformidad con las Normas sobre la clausura del presente Documento. (51)
Con ánimo libre y acogedor, « en las entrañas de Cristo », (52) las monjas llevan en el corazón los sufrimientos y las ansias de cuantos recurren a su ayuda y de todos los hombres y mujeres. Profundamente solidarias con las vicisitudes de la Iglesia y del hombre de hoy, colaboran espiritualmente en la edificación del Reino de Cristo para que « Dios sea todo en todo » (1 Co 15, 28).

CONGREGACION PARA LOS INSTITUTOS DE VIDA CONSAGRADAY LAS SOCIEDADES DE VIDA APOSTOLICA

viernes, 4 de mayo de 2007

50 ANIVERSARIO

50 ANIVERSARIO

1975 - 2007



DE LA FEDERACIÓN


DE LA PROVINCIA BÉTICA
SANTA MARÍA DE GUADALUPE
EN LA ORDEN DE LA
INMACULADA CONCEPCIÓN
FUNDADA POR

SANTA BEATRIZ DE SILVA

Demos gracias y alabanzas a Dios

por el enriquecedor intercambio

y mutua ayuda entre los monasterios

de la federación

en estos 50 años.





María, toma mi vida,
yo te la doy, llénala de Dios.





Ave María Purísima…






lunes, 23 de abril de 2007

CRISTO HA RESUCITADO

¡Vive entre nosotros!






Lo apóstoles decían:
“¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba
por el camino y nos explicaba las Escrituras?”

“lo reconocieron al partir el pan”.


Es en la Palabra y la Eucaristía donde podremos
descubrir que nuestro corazón tan indiferente y frío
es transformado por la caridad de Cristo.

**********************


¡Alégrte, Cristo vive!



“Paz a vosotros”

***************


Quédate, con nosotros, Señor.




viernes, 23 de marzo de 2007

VOCACIÓN RELIGIOSA


¿Qué es la vocación?

Nuestra plenitud y felicidad depende de cuánto busquemos llevar a cabo
el plan de Dios en nuestra vida


Vocación significa "llamado", del latín vocare -que quiere decir llamar-
y se refiere a que cuando Dios te creó, también te pensó y te llamó a un estado y
condición de vida específicos, a un estilo de vida concreto.



Qué es la vocación? 2



Una joven pregunta:
Padre, desde hace tiempo siento que Dios está tocando las puertas de mi corazón.
Es cómo si me estuviera llamando a estar con Él y ayudarle.
¿Es la vocación una llamada como la que yo siento?
La vocación es un misterio de amor de Dios que llama, por amor,
a un hombre que debe responder por amor.
La vocación es el llamado que Dios hace a una determinada persona a seguirle.
Este llamado es una predilección amorosa de Dios pues elige a unos cuantos
a ayudarle de manera especial en la misión de extender su mensaje
hasta el último confín del mundo.
Por lo tanto, te invitaría a dejar a Dios hablar en tu corazón
y que le digas que estás dispuesto a darle lo que Él te pida...
pero acércate más a los sacramentos, sobre todo de la Eucaristía y la confesión,
para qua que la voz del Señor se haga más clara y descubras qué es lo que Él te propone.
¡Ánimo! No te arrepentirás nunca de abrir tu corazón a Cristo.


Olvídate de ti mismo

Significa vivir el evangelio del servicio, el evangelio del siervo,
cuyo mejor salario es simple y sencillamente servir.

Etapas del proceso vocacional


Lo que se necesita es el deseo firme e irrevocable de seguir la voluntad de Dios,
sea cual sea

Las distintas vocaciones



No hay nada más bello que el poder decirle sí a Dios
Aunque no podemos saber el plan completo de Dios para nuestras vidas,
lo iremos descubriendo día con día,
sí podemos descubrir y buscar el estilo de vida que Dios quiere que vivamos.A estos estilos de vida les llamamos vocaciones y cada vocación esta basada en el amor,
del cual Dios es el principal protagonista.

b) Vocación a la consagración de la vida a Dios.
Esta vocación, que también es una llamada concreta a realizarnos en el amor,
tiene una grandeza muy especial: en vez de entregar todo lo que somos a una familia en especial,
lo haremos a toda la gente que nos rodea, a todo el mundo;
viviremos para ayudar a todos a ser felices y así ser plenamente feliz.
Implica tener un corazón y una capacidad de amar enorme,
así como lograr una plenitud y una recompensa en el Cielo también, enorme.

5. Pasos para saber si hay vocación.
Un sacerdote, acostumbrado a descubrir vocaciones sacerdotales y religiosas,
recomienda las siguientes cinco claves para resolver el "misterioso llamado" de Dios:
1. Inteligencia sana, compatible con una fe vigorosa.
2. Salud física y mental.
3. Don de gentes (tener una natural simpatía y gusto por ser sociable).
4. Gusto por las cosas de Dios (querer colaborar con las "cosas del Padre")
5. La más importante: Ser llamado por Dios.
Y esto sólo se sabe de cara (y de rodillas) al Sagrario.Cuando una persona decide responder al llamado que Dios le está haciendo
de consagrar su vida como religiosa, sacerdote, siempre existirán las grandes
"voces de la experiencia", que tratan de convencerla de "no desperdiciar su vida".Debemos estar muy atentos y analizar siempre qué es realmente vivir.
Y vivir es llegar a ser pleno, ser el más feliz, ayudar a los demás
en todo lo que se pueda, tomar decisiones trascendentes
y seguirlas con la firmeza de una roca, ser el guía de los demás,
ser el mejor amigo de Dios, tenerlo todo.
Ante una visión de estas, cualquier argumento caerá por tierra.Algo que no debes olvidar
• Es convertirse en "otro Cristo".
• Para eso es necesario que Dios conceda la gracia
y llame a la vida consagrada.
• Es una vocación concreta. Dios llama con nombre y apellido a alguien,
en algún momento de su vida, para que le respondamos en algún momento determinado.
• No es una vocación para gente extraña.
Todo lo contrario, es para los más amados y cercanos a Nuestro Señor.
• No es una vocación rara de encontrar:
estamos ya tan llenos de ruido, de pasiones, de distracciones,
que no nos damos chance para escuchar en nuestro interior.
• Se necesita una capacidad inmensa de amar y un corazón
donde quepa toda la humanidad
• Pareciera que aceptar la vocación duele, porque se va a perder "lo mejor de la vida".
Pero la vida es toda de Dios.

Catholic.net

miércoles, 21 de febrero de 2007

ORACIÓN Y VIDA




LA EXPERIENCIA DE DIOS COMO FRUTO DE LA ORACION

De la oración auténtica y profunda que es la vida de unión con Dios.
La experiencia de Dios que no se trata de reflexiones y conceptos sobre Dios, sino vivir su presencia real, viva y verdadera, directa e inmediata.
Es esa paz profunda que nos llena de la misma paz de Dios.
Es esa experiencia de amor y unión total con Dios.
Puedo percibir esa presencia cuando estoy rezando o cuando estoy trabajando.
Siempre puedo estar en actitud orante, en actitud de atención amorosa. En actitud.
La experiencia de Dios conmueve todo nuestro ser.
Se siente en el fondo del alma como presencia viva de Dios, como plenitud de amor y unión con El, como gozo íntimo y desbordante.
San Pablo dice que la presencia de Dios en nuestro corazón si está despojado de todo apego nos comunica sus dones y nos da a gustar su sabiduría.
ESTAS EXPERIENCIAS SON UN REGALO DE DIOS
Pero las horas de oración deben disponerme a recibir este regalo.
Cuando se viven estas experiencias va aumentando nuestra consciencia de Dios, nuestro percibir que Dios está con nosotros siempre y en todo momento.
Asi nuestra vida será oración, y amor y servicio a Dios en todos.
La oración auténtica y profunda transforma mi vida cuando la vivo desde dentro, desde lo más profundo de mi ser.
Transforma mi vida cuando vivo una unión de amor con Dios.
Así el Espiritu de Dios, la experiencia en mi corazón actúa y se manifiesta en todas las circunstancias de mi vida.
La vida transformada no está centrada sobre mi yo, sino sobre Dios.
Es Dios el centro de mi vida.
Y es Dios el que transforma mi vida desde lo profundo de mi ser.
Esta transformación auténtica no consiste en un cambio externo y superficial conseguido con mis propósitos y esfuerzos.
Sino que va surgiendo desde una oración profunda, progresivamente, que se experimenta, que brota desde dentro, sin propósitos ni programaciones.
Mi transformación será vivir desde Dios.
Dios en mi y yo en El, que es mi consistencia, mi fuerza, mi luz, mi verdad, mi vida.
El y solo El es el que me puede llenar por dentro y por fuera.
El es el reino de Dios dentro de nosotros y el reino que hemos de irradiar en toda nuestra existencia.
Esta transformación interior se manifiesta en una vivencia de amor profundo, de entrega y de disponibilidad para con todos.
Un amor que comparte lo que somos y lo que tenemos.
Esta transformación nos va descubriendo una verdadera escala de valores.
Percibimos serenidad,paz interior que nada ni nadie nos puede quitar.
Tenemos el gozo interior del que siente que está en manos de Dios y su cariño y ternura.
En cambio la oración superficial no transforma la vida de nadie.
De ella solo surgen cambios externos, ya que los propósitos, los buenos deseos y los proyectos no afectan a las raíces profundas de la persona y por tanto no la transforman desde dentro.

clic>
M.J.Fernández M.

viernes, 9 de febrero de 2007

Concepcionistas Franciscanas






ORDEN DE LA

INMACULADA
CONCEPCION

Sta. Beatriz de Silva, fiel reflejo de María Inmaculada,
inspirada por el Espíritu Santo fundó una Orden
a honra y gloria de María en el misterio de su Concepción Inmaculada.

Los Hermanos Franciscanos, defensores del gran misterio
de María Inmaculada, por la unión con el mismo carisma,
con el mismo espíritu y veneración de la
Inmaculada Concepción, forman parte de la identidad
de las Concepcionistas Franciscanas.

La Orden de la Inmaculada, llamadas también
Concepcionistas Franciscanas,
es una Orden íntegramente contemplativa.
Seducidas por el amor eterno de Dios viven el misterio de Cristo
desde la fe y la oración constante, manteniendo viva la lámpara
que el espíritu encendió en Sta. Beatriz.

La Concepcionista se consagra totalmente a Dios,
desposándose con Jesucristo, a honra de la Concepción
Inmaculada de su Madre,
viviendo los consejos evangélicos.

Realizan el seguimiento de Cristo, a ejemplo de María, en el silencio
que facilita la escucha de la palabra, en la obediencia a los planes de Dios,
en las sencillas tareas cotidianas de la vida y en la entrega generosa
de la capacidad de amar, del deseo de poseer
y la libertad de disponer libremente de la propia vida.

La contemplación es su apostolado.
Con ella ilustran al pueblo de Dios, lo mueven con su ejemplo
y lo dilatan con misteriosa fecundidad apostólica.

(CC.GG. de la Orden).


¿Quieres seguir a Jesús?...

Vamos a hacerlo con María. Ella, por el misterio de su Concepción Inmaculada
y enriquecida desde el primer instante con una santidad singular,
hecha nueva criatura por el Espíritu Santo, se convierte en sagrario viviente.
A esto estamos llamadas.

¿Quieres ser feliz?

Como María pronuncia tu Sí,
y serás feliz.


Virgen Inmaculada Madre de Dios y Madre de los hombres.
Toca el corazón de nuestros jóvenes para que descubran a Cristo
y se entreguen a El.
Hazles generosos, puros, trabajadores, hombres y mujeres de fe.
Danos una juventud nueva, santos nuevos, como quiere el Papa,
para que siguas eligiendo entre ellos almas valientes que te sigan de cerca,
en el sacerdocio, en las misiones, en la vida contemplativa
que perpetuamente oren y se inmolen con Jesucristo tu divino Hijo,
para la salvación del mundo y la santificación de los sacerdotes.
Madre del si, hazles saborear la alegría de la entrega,
la grandeza del amor generoso, y la necesidad que tienen el mundo
y la Iglesia de jóvenes santos.

Derrama sobre los jóvenes
tus bendiciones y llénalos de los dones del Espíritu.
*******

martes, 30 de enero de 2007

LA VIDA CONSAGRADA HUELLA DE DIOS EN LA HISTORIA

2 DE FEBRERO
DIA DE LA VIDA CONSAGRADA




La virgen María es modelo de consagración,
de seguimiento de Jesús y de docilidad al Espíritu.

María es aquella que, desde su Concepción Inmaculada
refleja más perfectamente la belleza divina
“Toda hermosa”
es el título con el que la Iglesia la invoca.

María tiene una importancia fundamental
en la vida espiritual de cada alma.

Ella nos recuerda a los consagrados
el primado de la iniciativa divina.
Al mismo tiempo, habiendo dado su consentimiento
A la palabra divina, que se hizo carne en ella,
María aparece como modelo de acogida de la gracia
Por parte de la criatura humana.

(Exhortación apostólica sobre la vida consagrada)
********

Quiero decir que sí,
como tú, María,
como tú un día,
como tú, María.

Quiero negarme a mi
como tú, María...
Quiero entregarme a Él
como tú, María...

Quiero cantarle a Dios
como tú, María...
Quiero escucharle a Él
como tú, María...

Quiero vivir la fe
como tú, María...
Quiero servir al rey
como tú, María...
***

miércoles, 24 de enero de 2007

ALGO DE HISTORIA DE LA ORDEN DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN



La Orden de la Inmaculada Concepción,
fue fundada por Santa Beatriz de Silva,
en servicio del Altísimo y honra de Mª Inmaculada.

Santa Beatriz de Silva, fue del linaje de los Reyes de Portugal,
hija del Señor Ruiz Gómez de Silva
que intervino en la conquista de Ceuta en el 1415
y en esa ciudad se casó con Doña Isabel de Meneses,
hija del conde de Viana.

Nació Beatriz en Ceuta (Marruecos) en el 1426.
Tuvo once hermanos, entre ellos el conde de Porto Alegre
y el bienaventurado Fray Amadeo, de la Orden de San Francisco.

En el 1433, tras haber sido nombrado Don Ruiz Gómez, su padre,
Alcalde de la ciudad de Campo Mayor, también Beatriz se trasladó
con la familia desde Ceuta.

Al casarse Doña Isabel, hija del príncipe Don Juan de Portugal,
en el 1447, llevó consigo a Castilla a Beatriz que tenia ya más de 20 años.
En la corte de Castilla, Beatriz, estuvo como dama de la reina Doña Isabel,
segunda mujer que fue de Don Juan II; padres de la Reina Isabel la Católica.

En Tordesilla, ella recibió el mensaje de la Virgen
“de fundar una nueva orden en honor de la Inmaculada”.
Abandona la corte y marcha a Toledo en el 1453, allí lleva vida retirada en
Santo Domingo el Real (Dominicas), mientras llega la hora de poner por obra
el mensaje de la Virgen.
Ofreció a Dios su virginidad y llevaba por devoción
el rostro siempre cubierto con velo blanco,
llevando una vida ejemplar y santa.

Ayudada por la Reina Isabel la Católica y las actuaciones del Papa Sixto IV
en el 1484, dejó el Monasterio de Santo Domingo
y pasó con doce compañeras más, a la casa llamada Palacios de Galiana
y la Iglesia de Santa Fe, que recibió de la Reina Isabel la Católica,
en Toledo.

Allí comenzó a poner esta casa en forma de Monasterio
para fundar la nueva Orden de la Inmaculada Concepción,
1492.

La Orden comenzó a florecer con muchas vocaciones
y se fundaron otros Monasterios.
Murió Santa Beatriz el 17 -8 – 1492,
al descubrir su rostro
para darle la Santa Unción,
una estrella de gran resplandor apareció en su frente,
mientras que su rostro se presentaba como
el de una persona que está en el Cielo.


Su cuerpo es venerado
y tanto monjas como seglares van a su sepulcro para obtener de Dios
ayuda y gracias en sus necesidades.

Fue Beatificada en el 1926.

El 3 de Octubre de 1976 fue
Canonizada por Pablo VI.

****

Santa Beatriz, nos deja un mensaje

para nuestros días:

Mujer profundamente religiosa,
educada en la fe católica y en la devoción mariana e inmaculista,
cultivó la vida del espíritu en todas las circunstancias de su vida,
dejándose conducir por el Espíritu del Señor.

Pablo VI señala,

que el secreto de la santidad de Beatriz está en que ella
está fascinada por la Inmaculada,
dice así:
“La blanca limpieza de la virgen
fue su ideal”.
Esta noble Señora,
que vivió tantos años con el rostro bellísimo cubierto con un velo,
nos permite hoy contemplar su rostro radiante de santidad y de gloria,
y nos vuelve a irradiar la idea de la belleza espiritual,
la de la gloria que transfigura la pobre faz humana,…
Admiremos, alegrémonos y
procuremos que la aureola de Santa Beatriz,
difunda también sobre nuestra sociedad
rayos de belleza celestial, de la belleza de la Virgen.

( Pablo VI )

****

ORACION
Oh, Dios que hiciste resplandecer
a la Virgen Santa Beatriz
Por su altísima contemplación,
y la adornaste con una devoción singular
para con la Virgen María
en el misterio de su Concepción Inmaculada
concédenos que, a ejemplo suyo,
busquemos en la tierra
la verdadera sabiduría,
y lleguemos a contemplar en el cielo
tu belleza y tu sublimidad.
Por nuestro Señor Jesucristo.

lunes, 22 de enero de 2007

RESPUESTA AL AMOR



RESPUESTA AL AMOR

Toda la grandeza de María, arranca de su "Sí"...
Pero Dios tuvo que esperarlo ...
¡tan respetuoso es con sus criaturas!
Jamás Dios nos hará santos sin nuestro propio querer.
Recordemos la bella parábola del hijo pródigo:
Lo espera todas las tardes.
Pero jamás lo fuerza.
El "Sí" es la respuesta mas definitiva y terminada del amor...
La faena mas hermosa del amor es donarse.
Y los arrancones de nuestro "Yo",
¡Lo más bonito que tiene nuestra existencia!
Quien vive todas las exigencias de un Sí,
ha franqueado ya la puerta grande de la amistad con Dios.
A medida que el alma se va purificando su subida se va
volviendo más blanca y diáfana,
como el anuncio de un blando y suave amanecer.
El "Sí" llevado a su plenitud,
es el puente tendido entre lo bueno y lo heróico.
Es el enlace entre lo imperfecto con lo santo.
Santos...
¡Porque no vale la pena ser otra cosa!


Súlica a María


Madre de Dios y Madre
de los hombres y mujeres
Venimos a tí a llenarnos de tu amor,
de tu pureza inmaculada.
Eres la Virgen fiel que supo decir Sí
la límpia de todo pecado, la que
agradó a Dios.

Míranos con amor de Madre,
y haz que sepamos hallar el sendero
que nos lleve a Jesús.
*****

sábado, 20 de enero de 2007

Blog en honor de María Inmaculada






BIENVENIDO/DA A ESTA PÁGINA EN

HONOR DE MARÍA INMACULADA


Que el ella sea en nueztras vidas
la esperanza, y la luz
que nos conduzca y acerque a Dios.

Feliz día junto a María Inmaculada.


LA VIRGEN MARÍA ES INMACULADA
La Santísima Virgen María, en razón de su dignidad
de Madre de Dios,
fue, desde el primer instante de su concepción,
preservada de toda mancha del pecado original.
Esto supone en María ausencia de pecado,
presencia de la gracia santificante, virtudes y dones
y, ausencia de inclinación al mal.
Por eso también se le llama Inmaculada.
******